La Liga MX Femenil vivió uno de sus momentos más electrizantes en la final entre las Rayadas y el América, donde el equipo de Monterrey se alzó con su tercer título en una noche memorable. El partido, disputado en el Estadio BBVA, fue digno de una película, lleno de giros inesperados y emociones intensas.
Final de alarido con penales y victoria en casa.
Las Rayadas, que llegaban con un marcador adverso tras perder 1-0 en el partido de ida en el Estadio Azteca, salieron al campo con una determinación implacable. Desde el primer minuto, el equipo mostró una actitud agresiva, buscando revertir la desventaja con cada jugada. La presión sobre el América era palpable, y las Rayadas no dejaron de luchar en ningún momento.
El América parecía tener el título en sus manos, especialmente después de la tempranera anotación de Sarah Luebbert en el minuto 9. Sin embargo, la verdadera acción comenzó a desarrollarse en los últimos momentos del tiempo reglamentario. Con el global 2-1 a favor del América y el reloj marcando el minuto 100, una desconcentración de la volante francesa Aurelie Kaci cambió el rumbo del partido. En un intento por detener un remate de cabeza de Rebeca Bernal, Kaci tocó el balón con la mano, resultando en un penalti que Bernal convirtió con frialdad.
Este gol no solo igualó el marcador global, sino que también inyectó un impulso anímico crucial a las Rayadas antes de la tanda de penales. En esta fase decisiva, la portera Pamela Tajonar se erigió como la heroína, deteniendo los disparos de Karen Luna y Aviléz, mientras que las Rayadas se imponían 4-3.
El América, que estuvo a segundos de su tercer campeonato, se vio derrotado una vez más en una final de la Liga MX Femenil. La imagen de Kaci llorando al final del partido simbolizó la desolación de un equipo que ha caído en tres de las últimas cuatro finales.
Nuevas monarcas de la Liga MX Femenil.
Para las Rayadas, esta victoria es un testimonio de su perseverancia y espíritu de lucha. Nunca dejaron de creer en sus posibilidades, incluso cuando todo parecía perdido. Esta tercera estrella en su escudo no solo es un logro deportivo, sino también una muestra de su capacidad para superar adversidades y brillar en los momentos cruciales.
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